Nos explicaba Carme Forcadell, presidenta de la ANC,
organizadora de la multitudinaria vía catalana, que esta rememoraba el trazado
de la antigua vía Augusta, en la Hispania romana. Carme explicaba que la vía
catalana había de ser "un símbolo, el símbolo de la unidad del pueblo
catalán para alcanzar la soberanía nacional".

Cuando observaba las imágenes de la vía catana, en esta
Diada del 11 de septiembre de 2013, me preguntaba si estaría allí aquel director
del colegio La Llauna de Badalona, José Antonio Armario, que en el día de la
Hispanidad del año pasado explicaba que “no tienen nada que celebrar”. Quizás
sin saberlo, el Sr Armario estaría recorriendo esta antigua vía tan hispana que
ya unía España de norte a sur desde el año 8 a.c., y cuya calzada hoy siguen la
N-340 y la AP-7.
Pero ya nos hemos acostumbrado a las contradicciones en los
actos del independentismo y nacionalismo catalán, en los que con mofa asistimos
a la concentración de fervorosos independentistas gritando no tener nada que
ver con España, mientras ponen flores a la estatua de un fervoroso patriota
español como Rafael Casanova, que en el 1714 gritaba por la “libertad de toda
España”, evocando a un torero en su diseño, mientras cantan Els Segadors,
aquellos que en el 1640 se levantaban al grito de “Visca el rei d´Espanya i
muiren els traidors!”.
En fin, ¿qué novedad nos ha ofrecido este nuevo acto del
independentismo catalán en esta Diada del 2013? Pues a mi entender NADA.
NADA, no es una carencia de información. La nada para los
astrofísicos no existe, más bien es esa materia oscura que siempre está en
movimiento, manteniendo así el movimiento de los astros extendiéndose por todo
el universo.
Ya de por sí, el recuerdo a la vía Augusta nos hace pensar
que los romanos lo debían hacer mejor que nosotros, que aún no nos hemos puesto
de acuerdo para terminar el corredor Mediterráneo.
Por otro lado, de nuevo hemos observado en la vía catalana un verdadero ejemplo
de organización, de eficacia y éxito de al menos una parte del pueblo catalán.
Algo que ya nos demostraron en las olimpiadas del 92, y que lamentablemente los
madrileños no tendrán ocasión de demostrar, al menos através del mismo evento,
ya que a primeras de cambio el COI
ha rechazado su proyecto olímpico para 2020. Por lo que se ve, la corrupción y dudas sobre la capacidad de
financiación de cantidades relativamente bajas, han sido
suficientes para
desechar el proyecto. Dos lastres que sacuden a toda España, Cataluña incluida.
NADA, vuelven a ser guerras de cifras que poco tienen que
ofrecer, más el conocimiento de que el fervor independentista de la Diada de
2013 ha sido tan importante como lo fue en el 2012. Y volvían a aparecer los
sondeos estadísticos sobre el apoyo a la independencia, esta vez en un porcentaje del 52% de los catalanes según una encuesta de la Cadena Ser, porcentaje que no ofrece mucho cambio de un año a otro. Y según
la misma encuesta, la estimación de voto sigue catapultando a ERC a ser la
primera fuerza en Cataluña.
Y en la NADA, en la inalteración de la realidad catalana, ocurren hechos que no se producían desde hacía ya muchos años atrás: Un grupo fascista nacionalista español agrediendo a políticos con el lema de la
preservación de la unidad de España, en este caso en Madrid, en la sede que
allí posee la Generalitat de Catalunya. Lo ánimos están exacerbados.
NADA ha cambiado desde 2012, pero en términos
políticos esta NADA es mucho más informativa.
Los casos de corrupción no permiten a los grandes partidos
estatales generar ningún entusiasmo ni a los catalanes ni al resto de
españoles. El caso Bárcenas lastra algunos de los buenos indicios económicos
obtenidos bajo el gobierno del PP, entre ellos una prima de riesgo de 256
puntos, o las previsiones de Funcas elevando el PIB español para el 2014 al 1%,
o la mejora de competitividad por las exportaciones. Le pesan tanto al PP sus
corruptelas como al PSOE le pesa el caso de los ERE de Andalucía en contra de
su proyecto federalista.
Por parte de CIU, tampoco la cosa les esta saliendo mucho
mejor. A Artur Mas le lastran más los casos de corrupción sobre el Palau y las
ITV, y los niños malnutridos catalanes, que su proyecto secesionista, que ni es
visto con buenos ojos por la mayor parte del empresariado catalán, ni es
creíble para el electorado independentista convencido. De modo que toda su propaganda nacionalista y la
exacerbación de ánimos secesionistas no está más que provocando un enorme
rédito electoral a su actual socio de gobierno ERC.
Para Rajoy y Mas esta NADA les obliga a mover ficha. El
hecho de que nada haya cambiado les obliga a ambos a cambiar la estrategia de
todo este año.
Rajoy ya debe saber que el tiempo no lo cura todo. Un
sentimiento independentista que no se disipa, que mantiene toda su fuerza,
implica una tensión política que ni el perfil bajo de Rajoy puede soportar.
Artur Mas no puede seguir alimentando al independentismo
catalán, sin siquiera aprobar unos presupuestos que aparten la mirada de la UE
de Cataluña, al tiempo que los colectivos de trabajadores se siguen movilizando
contra él, y aparecen noticias incluso de malnutrición infantil en niños
catalanes. Todo esto podrá beneficiar a Oriol Junqueras (ERC), pero no a él. El Sr. Mas ya debe haber aprendido la lección que recibió tras el adelanto electoral en 2012: el fervor independentista solo es sentido por poco más del 50% de la población catalana, y esa masa poblacional no deja de concentrar su voto en ERC. De algún modo debe atraer de nuevo a los nacionalistas moderados. Si
mantiene la misma estrategia no acabará la legislatura.
Para ambos políticos, Rajoy y Mas, hubiese sido ideal
mantener una relación de crispación entre ellos hasta el 2016, próximas
elecciones plebiscitarias, a priori, a ambos les hubiese proporcionado un importante
rédito electoral. Habría tiempo para que los
ciudadanos percibiesen mejoras en la economía, los ánimos se calmarían, y se podría aprovechar la situación de crispación para reformar el modelo fiscal de todo el estado, algo que todos los españoles están pidiendo a gritos. Una reforma en el modelo fiscal del Estado podría eliminar parte de la injusta carga fiscal que sufren las comunidades de Madrid, Baleares y Cataluña, permitiendo a Mas presentar como un éxito la negociación con el gobierno central, al igual que Madrid y Baleares, ambas del PP. Dependiendo de la presión secesionista, se podría hablar de una consulta para
después de las elecciones. Con los ánimos calmados, la economía mostrando datos positivos y las condiciones fiscales de Cataluña mejoradas, la tensión
secesionista se reduciría, una consulta por la secesión carecería de peligro para España y para el empresariado catalán. Este desenlace de hechos hubiese sido suficiente
para que los nacionalistas de ambos lados percibiesen un triunfo en la negociación entre ambos líderes, unos habrían mejorado sus condiciones fiscales, y otros habrían logrado hacer desaparecer la tensión secesionista por un tiempo. La mejora económica y la esperanza de una consulta negociada tras las elecciones podrían incluso haber mantenido a ambos en el
poder, y esta posiblemente era la estrategia hasta ahora.
Pero ninguno de los dos políticos debieron contar con que el
hastío que ahora los ciudadanos sienten hacia los partidos tradicionales, esos
mismos que durante 30 años de democracia se han mantenido alternativamente en
sus respectivos gobiernos, y que hoy son percibidos como ladrones y causantes
de la crisis. Y ese sentimiento de hastío provoca una movilización social, no solo en Cataluña, sino en toda España, cuyas consecuencias ya no son previsibles.
El PSOE ya vivió en sus propias carnes como un movimiento
social aparentemente de izquierdas, el 15M, se levantaba en toda España contra
un partido tradicionalmente autodenominado de izquierdas. Hoy el PP puede
observar atónito como independientemente de la aparición de unos tibios buenos
resultados económicos, la intención de voto se dirige hacia partidos nuevos
como UPyD o Ciutadans. Del mismo modo, CIU observa que la mejor arma que
siempre ha poseído, la exacerbación nacionalista, solo es aprovechada por un
partido tan radical como ERC.
Rajoy y Mas saben que la independencia en 2014 no es
posible, a menos que quieran llevar al país al traste, entendiendo por “el país”
lo que cada uno sienta. Ahora ambos se ven obligados a negociar para
canalizar el hastío y la exacerbación de ánimos de los ciudadanos a quienes
gobiernan, e ir apareciendo juntos en los medios, a pesar de ERC.
Posiblemente al Sr. Mas no le quede más remedio que ir
informando al pueblo catalán de la inviabilidad de una Cataluña independiente
en el periodo de un año, para tratar de rebajar los ánimos independentistas en
un sector de la población catalana que hasta ahora no lo había sido, y que
muestran en la vía catalana, mas que un deseo de independencia de España, una
ilusión de salida a la crisis mediante este medio. Si no lo hace él, tratará de
hacerlo el empresariado catalán y académicos catalanes sensatos.
Y posiblemente al Sr. Rajoy no le quede más remedio que
aceptar una consulta sobre la secesión en algún momento, para acotar la
desafección del pueblo catalán contra el Estado español, por sentir coartada su
libertad. Posiblemente pacten esa consulta para después de las elecciones
plebiscitarias del 2016, ganando así tiempo para recuperar la economía, y
presentar algún balance positivo en ambos gobiernos. CIU podría mantener a
parte del electorado independentista proporcionando la ansiada consulta tras
las elecciones.
Todo esto podrá ser, si logran convencer al pueblo catalán
de esperar un poco, hasta que las aguas vuelvan a su cauce. Algo que ERC,
seguro no esta por la labor de aceptar, pues saben que el tiempo corre en su contra, y la única oportunidad de conseguir su ansiada independencia es ahora, en una España mermada en su economía y en sus ánimos.
Oriol Junqueras sobradamente sabe que hace solo 3 años, medios nacionalistas catalanes publicaban titulares como este:
"El 65,7 por ciento de los catalanes se siente muy o bastante orgulloso de ser español" (La Vanguardia, 16/07/2010)
Aún a día de hoy, incluso en medio de uno de los movimientos secesionistas más importantes de la historia de España, el Barómetro del CEO (Centro de Estudios de Opinión de la Generalidat), ofrece el dato de que el 68,6% de la población catalana dice sentirse español en mayor o menor grado. ERC y sus votantes más radicales, saben que el momento es ahora, más tarde, si las condiciones económicas mejoran, la presión secesionista se habrá reducido a los niveles históricos del 30% al 15% de la población catalana.
Los secesionistas convencidos saben que su deseo de secesión es tan complicado, que la mayoría siquiera dan crédito de hacerlo realidad. Lo tienen todo en contra, la UE, el gobierno central, el empresariado catalán, los mercados internacionales, unas consecuencias traumáticas, y a fin de cuentas, el sentimiento de la mayoría del pueblo catalán no es secesionista, saben que los resultados en las estadísticas responden a un sentimiento de desprecio a España provocado por la crisis, y que cuando pase, también esto se pasará. Pero ERC lo dará todo por esa consulta en el 2014. Las asociaciones por la independencia movilizarán a los secesionistas con la misma eficacia que lo ha hecho en la vía catalana, haciendo difícil a CIU gobernar sino se compromete a esa consulta. Y más les vale a estos últimos tratar ahora de buscar excusas para dejar de lado a su actual socio de gobierno, ERC, y buscar apoyos en otros partidos y en el mismo gobierno central, que por el bien de todos, permitan a Artur Mas terminar la legislatura.
Oriol Junqueras sobradamente sabe que hace solo 3 años, medios nacionalistas catalanes publicaban titulares como este:
"El 65,7 por ciento de los catalanes se siente muy o bastante orgulloso de ser español" (La Vanguardia, 16/07/2010)
Aún a día de hoy, incluso en medio de uno de los movimientos secesionistas más importantes de la historia de España, el Barómetro del CEO (Centro de Estudios de Opinión de la Generalidat), ofrece el dato de que el 68,6% de la población catalana dice sentirse español en mayor o menor grado. ERC y sus votantes más radicales, saben que el momento es ahora, más tarde, si las condiciones económicas mejoran, la presión secesionista se habrá reducido a los niveles históricos del 30% al 15% de la población catalana.
Los secesionistas convencidos saben que su deseo de secesión es tan complicado, que la mayoría siquiera dan crédito de hacerlo realidad. Lo tienen todo en contra, la UE, el gobierno central, el empresariado catalán, los mercados internacionales, unas consecuencias traumáticas, y a fin de cuentas, el sentimiento de la mayoría del pueblo catalán no es secesionista, saben que los resultados en las estadísticas responden a un sentimiento de desprecio a España provocado por la crisis, y que cuando pase, también esto se pasará. Pero ERC lo dará todo por esa consulta en el 2014. Las asociaciones por la independencia movilizarán a los secesionistas con la misma eficacia que lo ha hecho en la vía catalana, haciendo difícil a CIU gobernar sino se compromete a esa consulta. Y más les vale a estos últimos tratar ahora de buscar excusas para dejar de lado a su actual socio de gobierno, ERC, y buscar apoyos en otros partidos y en el mismo gobierno central, que por el bien de todos, permitan a Artur Mas terminar la legislatura.