lunes, 24 de junio de 2013

La Lógica Narcisista de la independencia de Cataluña

Una Cataluña independiente en tiempos normales es completamente viable, pero ahora, con el volumen de deuda que tiene, no es posible. Esto es la opinión de la mayoría de expertos internacionales según el periódico Público. Josep Oliver, catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), explicaba que con la independencia de Cataluña su “deuda alcanzaría el 80% del PIB” y “no es imaginable”, y recalcaba que quienes la plantean lo hacían “como idea de medio plazo”. 

Esto lo saben los políticos de CIU, ERC, PP, PSC y cualquiera inmiscuido en el actual embrollo secesionista. A unos les sirve para ganar votos, a otros para tratar de conseguir mayor financiación, a otros para vender más periodicos... en fin, un negocio, como todo en esta vida. Y como decía Angel de la Fuente, “si aún sabiéndolo optan por embarcarse otra vez en la misma aventura, la única conclusión posible es que lo hacen con el objetivo de tener un motivo más de agravio".

A la mayoría de españoles fuera de Cataluña la independencia de esta, o no les importa nada, o no se la creen, o sencillamente son contrarios a que Cataluña, ni ninguna otra CCAA, se secesione.

La realidad es que en Cataluña nadie sabe realmente cuanto beneficiaría la independencia, siquiera los del collectiu wilson se han atrevido a dar números. Esto depende de como se comportase el mercado español, las multinacionales, y sobre todo la capacidad de Cataluña para exportar, y esto último depende de su capacidad para competir contra el resto de estados de la EU, y especialmente contra Asia y Latinoamérica. Contando con que los mayores importadores de productos europeos son precisamente el mercado interno de los estados miembro de la UE,  la capacidad para salir de la crisis y convertirse de nuevo en una demanda fuerte sería decisiva para una Cataluña exportadora. Y es aquí donde esta el problema y quizás actual ventaja para una Cataluña independiente.

Las razones de la independencia no están en que Cataluña fuese una nación histórica, pues nunca lo fue; o que los catalanes no se sintiesen españoles, en los buenos tiempos lo sintieron como los que más. Josep Pla a finales del XIX, decía que “Los catalanistas eran muy pocos. Cuatro gatos” y hacia 1600 Miguel de Cervantes refleja la sociedad barcelonesa en la segunda parte de El Quijote, explicando que el español era lengua de uso habitual y que los barceloneses se referían a ella como “nuestra lengua”.

España tampoco ha expoliado a Cataluña. Gonzalo Martínez Díez, catedrático de Historia del Derecho Español, 1976, explicaba que el desequilibrio fiscal por habitante en contra de la Corona de Castilla con respecto a la de Aragón varió entre cifras de un 400% superior en 1553, a un 838% en 1623 y hacia 1833, si cada castellano pagaba 29,5 reales, los de la corona de Aragón pagaban 11,5. La realidad histórica demuestra que España ha privilegiado a las élites catalanas más que a nadie, y fueron los castellanos los mayores  agraviados por el franquismo o los monarcas españoles.

Independientemente de las prohibiciones borbonas hacia la lengua catalana en las instituciones públicas o en la escuela, hoy solo se enseña catalán en las escuelas catalanas, y el conocimiento de esta lengua condiciona el acceso a las plazas públicas de Cataluña.

Tampoco hoy existe agravio de ningún tipo. Cataluña paga más porque gana más gracias al mercado que tiene en España, y que casi implica el 50% de sus ventas, y aún así reciben mucha más inversión del estado que la mayoría de CCAA, aún pagando menos que algunas de ellas. Según el informe “el stock y los servicios de capital en España y su distribución territorial y sectorial (1964-2010)”, elaborado para la Fundación BBVA hace un año, Cataluña es la autonomía que acumula mayor inversión absoluta en infraestructuras públicas.

Nada de los supuestos agravios que airea la Generalitat son ciertos. Pero la realidad es que, en una lógica narcisista, quizás los catalanes ya no necesitan a España para nada. Son una región rica, ya se encargó España de facilitar su enriquecimiento, y los catalanes supieron como hacerlo. Y cuando hablamos de catalanes hablamos de gente de toda España, como ocurre en el resto de las regiones. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), los apellidos García, Martínez y López siguen siendo los más comunes de los catalanes como en el resto de España ,entre el 23 y el 15 por mil de la población, seguidos por los Sánchez, Rodríguez, Fernández, Pérez y González por encima del 12 por mil cada uno. Los apellidos de origen estrictamente catalán no se encuentran en Cataluña hasta la posición 26, 27, 31, 33 y 36 que son los Vila, Vidal, Serra, Martí y Ferrer, entre el 2‰ y el 2,43‰ de todos los apellidos en primero o segundo orden de Cataluña.

Pero hoy día no hay guerras para necesitar un país militarmente fuerte que defienda cualquiera de sus regiones. El consumo en España se ha reducido en índices alarmantes, en Europa esta estancado, y Asia y Latinoamérica dentro de poco sustituirán su demanda interna. En esta línea, una Europa cuyos consumidores serán sustituidos por asiáticos y latinoamericanos, y una España esta aún peor, ¿de que sirven a Cataluña?. 

Cataluña puede funcionar como un estado independiente. No sabemos el tiempo que necesitarían, pero lo que dejen de vender a España fácilmente puede ser sustituido por lo que vendan a Asia, Latinoamerica, EEUU, Rusia y otros países de la unión. A priori, si su nivel de ventas en el mercado nacional no cayese de forma estrepitosa tras su secesión, y fuese paliando su paulatina pérdida con exportaciones, ¿para que necesita compartir sus beneficios con el resto de españoles, cuya cuota de mercado inevitablemente tiende a ser menos importante para Cataluña?.

Esta es la lógica, narcisista, pero la lógica de la independencia. Ahora, también puede ser el mayor error de su historia. El ejemplo de la antigua Checoslovaquia es una buena lección. Basados en el estudio “Integration, Zerfall und Handel in Europa”. Zentrum für Europäische Integrationsforschung. Rheinische Friedrich-Wilhelms-Universität Bonn, cuatro años tras la disgregación de Checoslovaquia, las empresas eslovacas y checas vendían al otro lado de la frontera un 65% menos que antes de la separación. Según los datos del CIA World Factbook, en 2011, las empresas de Eslovaquia solo son capaces de vender en la actualidad a consumidores checos un 15% de sus ventas. En el caso de Chequia, la rica del duo, este porcentaje se ha reducido aún más a sólo el 9%.

Cataluña competiría no solo con toda la UE y EEUU por esa nueva demanda en Asia y Latinoamérica, sino también con España, pero esta última lo tendría más fácil para absorber el negocio que en España dejase Cataluña, además de competir con ella para absorber lo que haya en el mundo. 

Cataluña sin España no tiene motivo para albergar el conjunto de multinacionales que abastecen la península ibérica, Portugal incluida, y también España esta muy consolidada en Latinoamérica. Los grandes bancos y empresas catalanas lo son gracias a un mercado de 47 millones de habitantes, cuanto menos, que disfrutan en toda España, y no de 7 millones como tiene Cataluña. El puerto de Barcelona tampoco será el receptor de grandes buques de carga provenientes de todo el mundo, no tiene calado suficiente, lo podrá ser Valencia, Cartagena o Almería. Cataluña estará tan cerca de Francia como España a través de Huesca. Tampoco tiene una mejor situación estratégica con respecto a España en nada.

Hoy día, si estuviésemos en condiciones normales, y España no boicotease a la industria catalana, podría ser interesante la independencia, pero a largo plazo parece que podría perder mucho más de lo que hoy en día tiene.

Aún así, es un riesgo que los catalanes han de asumir o no, eso depende de la animadversión o apego que sientan hacia España. Lo curioso es como se ha podido conseguir que una población que ha estado unida toda su historia a otra, con apellidos y gente que vienen de todas sus regiones como en el resto de España, que han disfrutado y sufrido juntos a lo largo de toda su historia, hoy día, entre un 45% y un 55% de la población catalana tenga claro que quiere separarse por ser gente distinta de sus compatriotas, con argumentos de ser expoliados, lingüísticamente agraviados, y hablando con total convencimiento de relaciones bilaterales entre dos naciones.